Sostenibilidad corporativa de la empresa transnacional Enel y la cooperación para el desarrollo

Abstract

La sociedad internacional está conformada por un conjunto de actores que, en su interacción, configuran una red de influencia determinante para la consecución de los objetivos comunes políticos, económicos y sociales, a la vez que para sus intereses particulares. Estos actores, como describió Barbé (2011), tienen la facultad de movilizar recursos, ejercer influencia sobre otros actores y gozar de cierta autonomía que los ayuda a conseguir sus propios objetivos. De hecho, García (1993) argumentó que, la visión de una sociedad en la que no solo los Estados puedan hacer parte permitió que distintas entidades, grupos e individuos puedan ser considerados dentro de esta sociedad, siempre que se entienda que son relativos y temporales debido a que estos dependerán del periodo determinado en el que se los observe. En ese sentido, debido a la globalización, se han hecho presentes nuevos actores internacionales que obedecen a la evolución de la agenda mundial y que son capaces de demostrar su rol en la sociedad internacional. Para Attaman (2003), estos actores son de dos tipos: (a) actores internacionales estatales y (b) actores internacionales no estatales. Para Merle (1977, como se citó en Barbé, 2011), pertenecen a tres grandes grupos: (a) los Estados; (b) las organizaciones internacionales; y (c) las fuerzas trasnacionales (ONG, empresas trasnacionales, entre otras). Los Actores Estatales son los Estados, debido a que pertenecen a la sociedad internacional por sus características inherentes como soberanía, población y territorio; y, por otro lado, los actores no estatales son todas aquellas otras unidades que no gozan de todas estas atribuciones (Attaman, 2003). Es de particular interés para este informe ahondar en los actores no estatales de índole privado o fuerzas trasnacionales, entendidos, según Merle (1977, como se citó en Barbé, 2011), como los movimientos de origen privado que se establecen a través de las fronteras y que tienen cierta postura frente al sistema internacional. Después de la Segunda Guerra Mundial y con el auge del desarrollo científico, tecnológico y productivo, se empezaron a crear organismos internacionales que impulsaron el fenómeno de la globalización y que reunieron a diversos Estados para tratar objetivos comunes. Sin embargo, fue la globalización la que permitió que nuevos grupos se organizaran y desarrollaran en áreas donde los Estados no habían logrado integrarse para controlar problemáticas como la contaminación ambiental, el crimen trasnacional, las finanzas internacionales, etc. (Muñoz, 2013). Con el tiempo, estos nuevos actores, llámese organizaciones no gubernamentales, empresas trasnacionales, la academia, entre otros, se fortalecieron y fueron capaces de ejercer presión sobre las decisiones o regulaciones que eran convenientes para sus objetivos o intereses.